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¡Ay qué rico se come en el Mercadito Dominical de El Habal!

Tienen a la venta desde un sabroso tamal de frijol o de calabacita hasta un suculento mango verde que le entumirá los dientes

«Mi gusto es, y quién me lo quitara…» suena al ritmo de la banda integrada por varios entusiastas jovencitos de esta sindicatura, montada allá al fondo, sobre el escenario del Cobertizo. La gente va y viene mientras recorre los 12 puestos de comidas, antojitos, postres, chucherías y manualidades.

Este domingo abrió sus puertas el Mercadito Dominical de El Habal, en esta sindicatura. Los organizadores previeron todo, desde la variedad de productos hasta los filtros sanitarios que ya son obligatorios en medio de la pandemia. Por allá se escucha a un adolescente gritando antes de entrar al cobertizo, «Yo no quiero gel, yo no quiero gel». La encargada de la entrada le responde, «Es por tu propio bien, Jesús».

Y porque no comenzar a mover la mandíbula con unos ricos taquitos de guisados, hay de machaca ranchera, pollo en rajas con crema, frijolitos puercos, chicharrón y tamales colorados, los cuales pueden ser acompañados de unas ricas aguas de distintos sabores ¿cuál se le antojó?

¿Sigue con la boca hecha agua?, pues éntrele a los postres, ¿gusta un rico pay de guayaba? También hay empanadas de cajeta y piña (riquísimas, por cierto); ciruelas enmieladas, flan de mazapán, pastelito de tres leches, jamoncillos cubiertos con nuez, dulce de camote o arroz con leche. ¡Aquí hay variedad, señoras y señores!

Al centro del cobertizo están seis mesas redondas, vestidas con manteles coloridos que reciben a felices comensales. Un señor de sombrero, botas, camisa a cuadros y pantalón de mezclilla abre grande su boca para degustar una de las tres tostadas de carne deshebrada que tiene en su plato. Minutos antes le ofrecieron unas gorditas y tacos dorados, pero se decidió por las tostadas.

No lo va a creer. También venden mango verde; el fruto está colocado en un palito de madera y con marcas del cuchillo. Está verde, verde, verde, pues aún no es temporada de mango. Con la saliva echa agua lo observa una gentil dama y piensa en comprarlo. «Se me van a entumir los dientes», dice y mejor elige una manzana loca, esas que llevan cacachuate, churritos de maíz, gomitas enchilosas, un tarugo y chilito Tajín.

Llegó el momento dulce mientras la banda sigue tocando y se echa «La Feria de las Flores». Por ahí chilla el aceite caliente y parece que se suma al ritmo mientras en él fríen unos ricos plátanos machos y unos churros de harina. En este mismo puesto, también están a la venta unos deliciosos tamales de frijoles y de calabacita, ¿calabacita?, sí, leyó bien, de calabacita.

Pero si prefiere seguir con lo saladito, también hay ceviches de atún, camarón y sierra que son servidos en tostadas.

Disfrute de los caballos bailadores que guiados por sus jinetes pasean por las calles aledañas; o bien lleve a sus niños y fórmelos en espera de un divertido paseo en cuaco, ya sea percherón o pony. O bien, súbalo a la vaquilla mecánica que da vueltas como si estuviera loca y repara a cada rato, en medio de un rodeo inflable.

Todos los que atienden los puestos están alegres, emocionados por la cantidad de gente que está llegando al Mercadito Dominical de El Habal. Es su primera vez, su inauguración, y ya se le augura un gran éxito.

El próximo domingo lo esperarán con los brazos abiertos desde las 11:00 a las 16:00 horas. Vaya, los comerciantes tienen puesta su confianza en este mercadito dominical. Lleve su dinerito, no se va arrepentir. Visítelo y recorra el cobertizo de izquierda a derecha o de derecha izquierda, total, la comida rica la encontrará conforme avanza.

Eso sí, no olvide su cubrebocas, quíteselo solo para comer, y tampoco le saque al gel antibacterial, no vaya a ser que le griten, «‘Fulano’, es por tu propio bien».

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